- El Servicio Aéreo Humanitario de la ONU (UNHAS) opera como un salvavidas en Puerto Príncipe, transportando trabajadores humanitarios y asistencia crucial a pesar de los enfrentamientos entre pandillas.
Puerto Príncipe, Haití
Enlace de la Costa
En medio del caos y la inseguridad que azota Puerto Príncipe a causa de la violencia entre pandillas, la ONU se erige como un faro de esperanza gracias al Servicio Aéreo Humanitario de la ONU (UNHAS), gestionado por el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Este servicio aéreo es el único medio seguro para que trabajadores humanitarios y ayuda de emergencia lleguen a la capital haitiana.
Un vistazo a las operaciones desde adentro
Robine JNBaptiste, asistente de aviación y reservas de UNHAS, y Christine Blais, mecánica de vuelo y encargada de tripulación de Construction Helicopters, la empresa que opera los aviones, compartieron sus experiencias en esta zona de alto conflicto con Noticias ONU.
JNBaptiste describe la logística de su trabajo: “Tenemos dos aviones aquí: un helicóptero con capacidad para 19 personas o 2 toneladas de carga, y un jet de 45 plazas. Me encargo de embarcar y desembarcar pasajeros, gestionar la administración y obtener permisos de vuelo”.
Blais, por su parte, detalla las operaciones desde la perspectiva técnica: “En un día normal, volábamos entre 2 y 6 horas. Ahora operamos desde Cabo Haitiano, pero también hemos volado desde Turcas y Caicos y la República Dominicana”.
Un trabajo desafiante pero gratificante
Ambas coinciden en que el trabajo es estresante, pero también gratificante. “Trasladamos a personas a zonas seguras y traemos de vuelta a personal esencial a Puerto Príncipe. Hemos evacuado a 200 personas fuera de Haití”, explica JNBaptiste. “Es un trabajo que salva vidas”, agrega.
Blais resalta la importancia de la rapidez y la seguridad en las operaciones: “Reducimos al mínimo el tiempo en tierra en Puerto Príncipe. Podemos aterrizar, cargar y despegar en 2 o 5 minutos. Tenemos un equipo de tierra que nos mantiene seguros”.
Enfrentando los peligros de la zona de conflicto
Sin embargo, el trabajo no está exento de riesgos. “Uno de los mayores desafíos es sobrevolar Puerto Príncipe, donde hay enfrentamientos entre pandillas o con la policía. Siempre existe el peligro de que una bala perdida impacte nuestro avión”, señala JNBaptiste.
Blais recuerda un incidente particularmente peligroso: “Colegas míos estaban en el aeropuerto internacional cuando hubo un fallo de seguridad. Hubo disparos mientras trabajaban en un avión y un avión comercial fue alcanzado”.
Un compromiso inquebrantable con Haití
A pesar de los peligros, JNBaptiste y Blais están comprometidas con su trabajo y con Haití. “Nunca he pensado en irme. ¿Quién se quedaría si yo me voy? Como haitiana y trabajadora humanitaria, quiero estar aquí y ayudar a que el país vuelva a ser lo que era”, afirma JNBaptiste.
Blais comparte su optimismo: “En algún momento la situación mejorará. Este es mi hogar y quiero ser parte de un futuro mejor para Haití”.
Fuente: Organización de las Naciones Unidas (ONU)