Uno de los hechos que marco la agenda pública nacional fue el ataque a la familia LeBarón, ocurrido en los límites de Sonora y Chihuahua en el norte del país. Esta trágica historia pudo pasar a formar parte más de las cifras que el país ha tenido como resultado de la guerra en 2006.
La familia LeBarón como muchas otras en la actualidad cuenta con una doble nacionalidad, México-Estadounidenses, esta diferencia del ataque con otros ocurridos en el país como el de Minatitlán, se observó en la visita del Secretario de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard, quizás como un mensaje hacia el gobierno de Estados Unidos.
Los ataques en México han superado lo imaginable con la muerte de 3 mujeres y 6 menores de edad, una de las primeras explicaciones, que ha formado parte del discurso político de los últimos trece años, es que confundieron a la familia LeBarón. Las preguntas quedan en el aire ¿En qué país estamos que se “confunde” a tres menores de edad?
Las responsabilidades de las condiciones actuales de seguridad en el país son compartidas, desde el sexenio de Felipe Calderón que declaro una guerra, y que solo hizo aumentar el derramamiento de sangre en el país.
La anterior administración continúo con la misma lógica de su antecesora, en su guerra contra el narcotráfico y la delincuencia, en donde la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes se ha vuelto imposible de controlar.
El gobierno actual, sin duda tiene cierto nivel de responsabilidad, menor, pero la tiene y no específicamente en el caso de la familia LeBarón, que hubiera pasado en cualquiera de las anteriores administraciones, sino más bien en el problema de seguridad pública en su conjunto.
La estrategia actual del gobierno tiene como su actor principal a la guardia nacional, que es un cuerpo militar y que pocas diferencias se tiene con lo realizado anteriormente.
El tema de la seguridad, es sin duda uno de los grandes temas de la actual administración, y que estos últimos acontecimientos como el de Culiacán y este último relacionado con la familia LeBarón, son claramente un síntoma de que se deben de replantear la forma en cómo se abordado el problema y que este y las soluciones no pasen a formar parte de la retórica política.