
En San Miguel Quetzaltepec, Oaxaca, la lucha por los derechos agrarios de las mujeres indígenas enfrenta una dura realidad: la represión. El pasado 6 de septiembre, a solo un día de conmemorar el Día Internacional de las Mujeres Indígenas, Felipa Vásquez Ramírez, Lidia Vásquez Morales y el hijo menor de esta última, de 2 años, fueron detenidos violentamente por órdenes del síndico municipal y el alcalde local.
Felipa, mujer mixe, denunció ante la Procuraduría Agraria el despojo de un terreno heredado de su padre, usurpado por sus hermanos con presunta complicidad de autoridades agrarias. Lidia apoyó como intérprete en lengua ayuuk durante la denuncia, un acto que hoy les cuesta su libertad y seguridad.
Esta detención no es un hecho aislado, sino un reflejo de la violencia estructural que sufren las mujeres indígenas en Oaxaca, donde enfrentan discriminación por género, etnia y condición socioeconómica. La represión busca silenciar a quienes defienden sus derechos, vulnerando la autonomía indígena y tratados internacionales como el Convenio 169 de la OIT.
Organizaciones defensoras exigen la liberación inmediata y la intervención de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y autoridades estatales. Sin embargo, la respuesta oficial ha sido insuficiente, evidenciando la falta de compromiso para proteger a las defensoras indígenas.
La historia de Felipa y Lidia es la de muchas mujeres que resisten el despojo, la violencia y el silencio. Exigimos justicia, respeto a sus derechos y el fin de la impunidad en Oaxaca. La defensa de las tierras indígenas es también la defensa de la cultura y el legado de México