Visión política.

Por: Fernando cruz López.

Cada año, Oaxaca padece por los incendios forestales. Montañas que ayer fueron verdes, hoy se consumen bajo un cielo naranja cubierto por humo. Comunidades enteras se organizan con cubetas, ramas y valor para enfrentar el fuego que arrasa con todo lo que encuentran, flora, fauna y futuro. Pero lo que arde, además de los bosques, es la indignación.

Los incendios forestales en Oaxaca —y en buena parte del país— revelan una cruel paradoja: mientras se destinan miles de millones de pesos a programas sociales con fines claramente electorales, los verdaderos héroes del territorio: bomberos, brigadistas, personal de la Coesfo, ejidatarios, comuneros y soldados, combaten el fuego con herramientas precarias y sin garantías reales de protección.

¿Dónde están los helicópteros especializados? ¿Dónde esta el equipamiento de alta tecnología, los drones, las unidades móviles, los uniformes resistentes, los seguros de vida dignos? No están. Porque no dan votos inmediatos. Porque las llamas no votan, y los que combaten el fuego tampoco suelen ser prioridad en las campañas.

El gobierno federal ha convertido los programas sociales en una plataforma de clientelismo disfrazado de justicia. Se regalan recursos, no se generan capacidades. Se siembra dependencia, no ciudadanía. Y mientras tanto, el monte se quema, la biodiversidad se pierde y el patrimonio natural de nuestros hijos desaparece.

El gobierno estatal, por su parte, ha hecho esfuerzos puntuales, pero insuficientes. Sin presupuesto robusto, sin una estrategia integral de prevención y combate, Oaxaca se convierte en una víctima anunciada cada temporada de incendios.

Es hora de repensar las prioridades. Un Estado fuerte no es el que reparte dádivas, sino el que garantiza infraestructura, seguridad y resiliencia. Un gobierno responsable no es el que busca agradecimiento en las urnas, sino el que responde con firmeza ante emergencias que amenazan el futuro común.

No basta con aplaudir el valor de los combatientes del fuego. Hay que dotarlos de lo necesario, reconocerlos en su justa dimensión, y construir políticas ambientales y de protección civil que estén a la altura de la crisis climática